IDEAS VAN Y VIENEN TODOS LOS DÍAS, ALGUNAS TRASCIENDEN, OTRAS SE PIERDEN EN EL OLVIDO, TODAS, SIN EMBARGO, APORTAN AL BAGAJE COLECTIVO DE NUESTRA CULTURA.

Abelardo González Zamudio

miércoles, 13 de julio de 2011

La última carcajada de la polaca mexicana

En mi carácter de incipiente politólogo aficionado y apartidista no debería publicarlo. Seguramente lo ha escrito algún panista jarocho, pero me ha causado una prolongada carcajada, no sé si porque esperaba otro final, o por el final mismo, en fin ahí lo dejo.

Era un soleado y caluroso día en el Puerto Jarocho. Un hombre entró a una tienda de antigüedades y se quedó mirando una bella estatua de en tamaño natural de un ratón.

Entusiasmado con la belleza de aquella obra, fue hasta el mostrador y le preguntó al vendedor por el precio de la misma:
- ¿Cuánto cuesta?

- ¿La estatua? vale quinientos, la historia del ratón cuesta mil.

- ¿Qué? Ah, chingao!! ¿¿Está usted loco? Llevaré sólo la estatua.

Feliz y contento, el hombre salió de la tienda con la estatua bajo el brazo.

A medida que caminaba por la calle hacia su coche, se dio cuenta  que la gente se le quedaba mirando, luego, vio la razón: miles de ratas y ratones salían de los basureros y alcantarillas y comenzaban a seguirlo.

Corriendo de forma desesperada, el hombre subió a su auto y salió huyendo, pero salían más y más ratones y la fila se hacía infinita. Llegó hasta el malecón, frente a uno de los muelles del puerto y con toda su fuerza, lanzó la estatua al mar.

Incrédulo, vio que toda la horda de ratones se lanzó al mar siguiendo la estatua, muriendo todos ahogados.

Los trabajadores del muelle, los comerciantes de la zona, turistas y la población en general, lo vitorearon por librarlos de la plaga de ratas y ratones.

Aún sin reponerse, el hombre volvió donde el anticuario, quien por saludo le dice:
- Regresó para a comprar la historia del ratón, ¿verdad?

- No cabrón, quiero saber si tiene las estatuas de López Obrador, Fidel Herrera, Javier Duarte, Humberto Moreira, Salinas de Gortari o de Enrique Peña Nieto. 

Cualquier parecido con la realidad nacional es pura coincidencia.

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