El ejercicio de la corrupción anula las posibilidades reales de la justicia, deviniendo en la obtención de bienes y servicios por parte de quien, evitando cumplir con la regulación aplicable, paga por la misma, cancelando así la obtención de aquellos por parte de quien tiene el justo derecho.
Ejemplos abundan, el ebrio que atropella y soborna a la autoridad, lo mismo al agente de tránsito, del ministerio público, al perito, o hasta a los jueces, para obtener la libertad o para no pagar la responsabilidad civil por los daños y menoscabo de la salud del atropellado; la constructora que paga para la obtención de una obra, para la utilización de materiales de baja calidad y para evitar o pasar la supervisión; el mal estudiante que corrompe para obtener calificaciones aprobatorias, título y hasta una plaza de doctor en el IMSS o ISSSTE; etc.
Pero ¿de dónde viene la corrupción?, ¿qué la propicia?, ¿por qué se da?, hay al menos tres corrientes de pensamiento serias que intentan explicar las causas de la corrupción.
Un primer intento se basa en atender la existencia de un desfase entre la regulación y las necesidades reales de la sociedad, es decir, como el proceso de modernización social va más rápido que la legislación, la sociedad evita ésta última ¿Qué tiene esto que ver con el ebrio que atropella a un peatón y paga por que el informe pericial omita el grado de alcoholización que llevaba al conducir? ¿o con la constructora que para enriquecerse corrompe al supervisor y usa materiales de menor calidad a los ofertados? Nada.
El segundo y tercer intento de explicar los orígenes de la corrupción son, en razón de avocarse al interior de la estructura social, tal vez los más cercanos a la realidad, pero a la vez los más preocupantes.
Elección racional y factores culturales serían la causa del comportamiento corruptor. Si consideramos que con frecuencia el cálculo costo-beneficio, entre obedecer o violar la ley, ofrece muy bajos incentivos para lo primero y muy altos beneficios para lo segundo, y que las costumbres, las formas tradicionales de pensar, los valores y los significados asumidos por la sociedad tienden a justificar conductas contrarias a derecho, entonces hemos armado el entramado que explica el escenario de una sociedad corrupta.
Desde la combinación de estos factores culturales y de cálculo racional, incluso aparece como legítima la búsqueda y obtención de beneficios sociales. De allí a la justificación de los individuales sólo hay un paso, por ello el peor mal que acarrea la corrupción es la sensación social de que facilita las cosas y la sensación individual de que en pequeña escala, en el diario hacer de cada uno, es incluso beneficiosa y no dañina: “apuro el trámite y el funcionario se desayuna rico, ¿qué puede haber de malo en eso?”. Sensación corruptora que se expande de manera exponencial entre los individuos que conforman la sociedad, sensación que educa, que se arraiga, que se justifica, que se comprende.
Participar y tolerar la corrupción, en el cualquier nivel, es justificar la mala gestión de gobierno: “no había de otra, o se hacía de esa forma, o no se hacía”, motiva la ineptitud del gobernante: “no hay nada que no se pueda resolver pagando por ello”.
La corrupción en el ejercicio del poder público, en cualquiera de los tres niveles de gobierno y en cualquiera de los tres poderes tiene consecuencias fácilmente detectables:
- Es un embrión de desaciertos a la hora de hacer leyes y distribuir los recursos públicos, lo que contribuye al agravamiento de la pobreza y la desigualdad;
- En relación con las personas físicas y empresas proveedores de bienes y servicios del sector público, en lugar de incentivar, al no ser necesarias reduce la competitividad, la eficiencia, la productividad y la innovación, lo que combinado con el aumento de los costos de las transacciones comerciales vía una especie de sobre-impuesto reduciendo necesidad y la capacidad de nuevas inversiones y generación de nuevos puestos de trabajo;
- Vía evasión o exención de pago de impuestos, derechos y contribuciones reduce los ingresos del sector público, a la vez que provoca aumento en los costos de bienes y servicios que consume el sector público mermando la capacidad del estado de brindar bienes y servicios, así como de inversión en infraestructura;
- La combinación de los tres factores anteriores reduce los niveles de crecimiento económico y del mercado domestico;
- En combinación con la impunidad, contribuye al aumento de la delincuencia;
- Socava el estado de derecho, la democracia y la justicia, reduce los requerimientos de calidad en los empleados del sector gubernamental a la vez que fomenta la ineptitud y, finalmente, legitima en la sociedad todo tipo de comportamientos contrarios a derecho e injustos.
La corrupción es uno de los cuatro jinetes del apocalipsis mexicano. Es el Hobbesiano Leviatán moderno. En el original estado de naturaleza, nos cuenta Hobbes, la propiedad, la riqueza, los placeres eran obtenidos por el más fuerte. En el estado de la corrupta sociedad mexicana, la propiedad, la riqueza, los placeres son obtenidos por quien mayor capacidad de corrupción tiene.