IDEAS VAN Y VIENEN TODOS LOS DÍAS, ALGUNAS TRASCIENDEN, OTRAS SE PIERDEN EN EL OLVIDO, TODAS, SIN EMBARGO, APORTAN AL BAGAJE COLECTIVO DE NUESTRA CULTURA.

Abelardo González Zamudio

viernes, 26 de febrero de 2010

APUNTES DE TODAS PARTES: "La importancia de la puntualidad"

Al Padre Pascual le estaban haciendo su cena de despedida por 25 años de trabajo en una Parroquia.

Un político miembro de la comunidad fue invitado para dar un breve discurso.
Como el político tardaba en llegar, el sacerdote decidió decir unas palabras él mismo para llenar el tiempo:

"Mi primera impresión de la Parroquia la tuve con la primera confesión que me tocó escuchar. Pensé que me había enviado el Obispo a un lugar terrible, ya que la primera persona que se confesó me dijo que se había robado un televisor, que les había robado dinero a sus papás, había robado también en la empresa donde trabajaba, además de tener aventuras sexuales con la esposa de su jefe.. También en ocasiones se dedicaba al tráfico y a la venta de drogas. Y para finalizar, confesó que le había trasmitido una enfermedad venérea a su propia hermana. Me quedé asombrado, asustadísimo... Pero cuando transcurrió un tiempo, fui conociendo más gente y vi que no eran todos así, vi una parroquia llena de gente responsable, con valores, comprometida con su fe. Y así he tenido tiempos maravillosos de mi sacerdocio".

Justamente en este momento llegó el político, por lo que se le dio la palabra... Pidió disculpas por llegar tarde y empezó a hablar diciendo:

"Nunca voy a olvidar el primer día que llegó el Padre Pascual a nuestra Parroquia..... De hecho, tuve el honor de ser el primero que se confesó con él".

¡¡¡Nunca hay que llegar tarde a nada!!!
La puntualidad es un hábito valioso, es además una buena manera de demostrar nuestra cortesia

miércoles, 24 de febrero de 2010

Del anecdotario de la Generosa: "Faltaba un cuarto de hora para irme a chingar a mi madre"

La siguiente anécdota la escuché alguna vez, de aquel animado grupo de "compone pueblo" que se reunían en el café del Mono Gil, en el zócalo rojo del Che Palacios. Es una historia que alude claramente a la manera de ser del Alvaradeño. No importa el puesto, no importa el glamur, lo importante es ser abierto, dicharachero, hablar con la verdad a flor de piel y hacer del más grande de los problemas o agravios una razón para reír, para divertirse y para ver con optimismo el siguiente instante de vida.

Sea pues la siguiente anécdota un tributo a esa manera de ser.

Cuentan que, siendo alcalde Don Efrén Hernández Vera, y contando Alvarado con la fama de ser cuna de la reforma educativa, llegó al pueblo un funcionario de la secretaría de educación pública, con la tarea de verificar los avances de la misma. Como era el estilo de aquella época, el funcionario tomó camino hacia el palacio municipal para rendirle los honores y la pleitesía debida al Presidente Municipal en turno.

Al ir atravesando el zócalo, distinguió a un grupo de niños jugando canicas en los jardines. Decidió cumplir de inmediato con su tarea, comprobando de primera mano el que la mentada reforma era efectivamente un éxito. Calculó la edad de aquellos chiquillos en los 8 años y decidió ponerlos a prueba en la lectura del reloj.

Llamando la atención de los niños y señalando al hermoso reloj londinense del palacio municipal, preguntó:
-¿Niños, quien de ustedes puede decirme qué hora es en el reloj?

-¡¡FLATA UN CUARTO DE HORA PARA QUE VAYA A CHINGAR A SU MADRE!!

Anonadado es lo menos que quedó aquel cumplido funcionario del gobierno. Ante la impotencia de decir nada y rojo de furia, encaminó nuevamente al palacio municipal y, ya instalado frente a la oficina de Don Efrén, exigió con voz alzada, hablar con el edil.

Los gritos llamaron la atención del alcalde, quien saliendo a la sala común pregunta que sucede.

-¿Que va a suceder mi alcalde?, nada, que unos niños que juegan en el zócalo me mentaron la medre, eso es lo que pasa.

El visitante no deja de gritar, no baja la voz.
-Pero mi amigo, calma, veamos que sucedió
-Pues sucedió lo que le digo, alcalde, unos niños me recordaron a mi mamá.
-Salgamos al balcón, muéstreme que niños.

Ante la mesura en el actuar del alcalde, el funcionario encontró algo de calma, y acompañando a don Efrén, salió al balcón y localizó a los infantes.

-Esos, esos son don Efrén, esos niños me la mentaron.
-Calma amigo.
-Pero, don Efrén, como voy a tener calma.
-Dígame exactamente que pasó.
-Ya le digo esos chiquillo me mentaron la madre.
-Pero así nada más, usted les habrá hecho algo.
-Nada, don Efrén, no les hice nada, les pregunté qué hora era en el reloj y me contestaron que ¡¡faltaba un cuarto de hora para irme a chingar a mi madre!!

Mmmmmmm, expresó el alcalde -¿Y eso como a qué hora fue?
-¡¡¡¡Ahorita!!!!, hace como cinco minutos.
-Bueno mi amigo, pues en ese caso, debe usted apurarse, porque ya sólo le quedan poco menos de 10 minutos.

martes, 16 de febrero de 2010

Del Anecdotario de la Generosa "DON SAREO, ¿DE CUANTAS PALADAS QUITAMOS LA LOMA?

Inteligencia ágil y fecunda, sapiencia cotidiana, desprendimiento de tabús y convencionalismos sociales, son los atributos basales de la folisofía popular que encontramos en Don Sareo, pintoresco personaje alvaradeño. Las anecdotas que versan sobre su vida son simiente de sabiduria popular. Entre muchas de esas anécdotas sobresale, por la capacidad de resolución matemática, aquella que da respuesta al entuerto que ingenieros constructores le plantearon con motivo de la introducción de la carretera que serviera años despues a la comunicación de las dos orillas del Papaloapan mediante el afamado Puente de Alvarado. Cuenta la leyenda, que disfrutaba Sareo de un delicioso y frío trago de bebida a base de cebada fermentada, y estando presentes en la cantina algunos de los técnicos contructores de la nueva carretera, éstos decidieron exponer al sabio un problema del tipo teorema matemático con una muy difícil solución.
Sabian los visitantes de la fama de inteligente que el sabio tenía, por lo que embrollarlo en un problema sin solucuión aparente les dearía algo que presumir en los siguiente días, menester a ello, plantearon a Don Sareo el problema: -Don Sareo, queremos que nos ayude a resolver un problema con la construcción de la carretera" -¿Qué problema es ese?- expresó el aludido. -Mire usted, hemos llevado el trazo hasta el inicio de la loma, pero al ser una formación de arena suelta, no hemos podido calcular de cuantas paladas podemos quitarla para continuar con el trazo-
Como podrán deducir mis escasos lectores, el problema pretendía a todas luces ofuscar la inteligencia de aquel filósofo popular, integrar y derivar en términos matemáticos sería tarea titánica para cualquiera. Sin embargo, el genio pupular de Don Sareo se impuso nuevamente:
-Faltaba más mis estimados, la respuesta es harto sencilla. -Pero como que sencilla¡¡¡¡ -Sí, veran ustedes, todo depende del tamaño de la pala. Ante la mirada de incredulidad de los asistentes, las risas de los parroquianos y el inicio de declarar emproblemado al sabio, Don Sareo de adelantó y expuso la solucuión: -Veran ustedes en donde está la sencillez: si la pala es del tamaño de la loma, la quitaran de una palada, si la pala es de la mitad del tamaño de la loma, lograrán quitarla de dos paladas, si la pala es de un curto del tamaño de la luma, entonces deberán dar cuatro paladas, y así sucesivamente. La respuesta arrancó los aplausos de los concurrentes y, ante la incredulidad de los que pretendieron dejarlo mal parado, el sabio esbozo una sonriza y pidió, a la salud y cuenta de aquellos imberbes técnicos, otro exlir de dioses.