IDEAS VAN Y VIENEN TODOS LOS DÍAS, ALGUNAS TRASCIENDEN, OTRAS SE PIERDEN EN EL OLVIDO, TODAS, SIN EMBARGO, APORTAN AL BAGAJE COLECTIVO DE NUESTRA CULTURA.

Abelardo González Zamudio

jueves, 16 de junio de 2011

Intolerancia o el avatar mexicano

Importante en éstos tiempos en que la intolerancia pareciera transitar en caballo de hacienda, hacer un alto en el camino y, que mejor, que comentar la columna semanal del Maestro Sergio Aguayo Quezada.
http://www.sergioaguayo.org/articulos/2011/Aguayo_150611.pdf)


Se titula ¿Muerte súbita? y como siempre, encontramos en ella un excelente análisis.

Aún cuando el tema de la columna es la intolerancia en un caso específico. En ella se ponen los puntos sobre las íes de la realidad mexicana. Deja al descubierto, con frases precisas, puntos nodales y verdades dolorosas. En México ninguna de sus partes camina en unidad. Cómo nación somos más hijos de las divergencias y los acuerdos lejanos, vagos e incómodos, que de una mínima unidad nacional.

El enfoque de la columna va encaminado a explicarnos los ires y venires, el avatar, al interior del movimiento cuya cabeza más visible es Javier Sicilia. Sin embargo, las palabras: […]el reto de mantener la unidad y resolver las diferencias […] expresan de forma más que puntual lo que es, y ha sido el reto más desafiante de ésta nación después de 200 años de vida independiente.

¿Qué viene?

Lo que impresiona es que México siga siendo nación, después de 200 años de un sin fin de diferencias y muy pocas coincidencias.

Me parece preciso apuntar aquí lo que ha establecido Enrique Krauze, en su libro De Héroes y Mitos, como el error histórico de los liberales de la segunda mitad del siglo XIX. Cancelar el diálogo con los conservadores marca, de acuerdo a Krauze, un claro reflejo de la intolerancia frente a la libertad. Entre liberales y conservadores, el problema de fondo, sigo a Krauze, fue la intolerancia.

Volviendo a ¿Muerte súbita?, se percibe en el final más que una apuesta por la tolerancia. Parece claro que en el momento que vivimos  la tolerancia deja de ser una concesión y  pasa a ser una necesidad.  La única opción posible de entendimiento requiere que todos los actores, gobernantes y sociedad civil, (usando las palabras del columnista) asuman en la práctica el (contenido del) discurso de la tolerancia a lo diferente. Nuestro futuro como nación (siguiendo de nuevo a Aguayo) pasa porque todos y cada uno otorguemos concesiones en nuestras agendas particulares.

Desde mi perspectiva, la intolerancia frente a la libertad, la intolerancia frente a las ideas y acciones diferentes, la intolerancia, finalmente, al otro, es el problema de fondo de nuestra nación. Es como si lo único que aprendimos del texto bíblico fuera la sentencia: “quien no está conmigo está contra mí”, como si Voltaire fuese de otro planeta.

Necesitamos generar un movimiento de unidad nacional. Tenemos, creo, sólo dos vías:

O propugnamos y generamos desde la sociedad civil (la clase política, la partidocracia, parece no tener perfil de disponibilidad para ello) las condiciones encaminadas a dar los pasos hacia un pacto tipo la Moncloa, ó,

De nuevo como sociedad civil, impulsamos y generamos, al cabo de una o dos generaciones, un cambio cultural completo desde la educación básica.

Al final, ¿Tenemos camino?

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